Corazón Andaluz

Almería; En árabe, espejo del mar. El mar imita el cielo, ambos del mismo color azul.

Aquí nació una de mis abuelas y mis tios… Al estar en su pueblo, Armuña – dónde ya no se ve el maravilloso mediterráneo -,  he tenido la rara sensación de tener raíces aquí aunque nunca haya visitado esta tierra antes. Mi familia andaluza es… no sé decirles qué. Son más que las palabras que mi débil español pueden decir. Es como si nunca hubiera salido de casa. Es como si estuviera en casa de mis abuelos  en compañía de mis primos y tíos.

Y se lo agradezco a mi abuela Leonor  porque la quiere tanto su gente que a mí, al principio una total desconocida, me trata como una reina.

                Sin más, me enseñan sus fotos, me cuentan sus memorias,  me llevan a pasear, me abren sus puertas, me invitan a comer, me abrazan, me besan,  me cortan el pelo (¡está monísimo!), me dan las llaves de sus casas y – claro- me echan mucha, MUCHA, MUCHA comida (ri-quí-si-ma). Llevo unos pocos días aquí y muy pronto volveré a Madrid, pero estos pocos días han sido suficientes para que los quiera muchísimo, para siempre.

Sin embargo, no es sorpresa que me haya enamorado de ellos… porque esta tierra y esta gente es sólo corazón.  Está en todo que hacen y dicen-  en sus frutas recién cogidas, en sus risas, en su vocabulario regional, en su amable acogida, en sus recetas magnificas, en sus aceites y jabones artesanales;  es el órgano que los mueve a todos. ¿Qué decir? Pues sí, ya los amo. Entiendo ahora porque les escribe con tanta pasión mi abuela. Porque una vez que conozca a gente así, uno jamás querrá alejarse.